Minicrónica mayamera de la cuarta edad, “los epitafios”…

Minicrónica mayamera de la cuarta edad, “los epitafios” …

Confieso que he pensado que tal vez me tocase la dura tarea de escribir una crónica de algún funeral, de cualquiera cercano, menos del mío por razones obvias. ¡Sería difícil hacer la mía propia estando muerto!

 

Pero sí podría dejar escrito mi propio epitafio por adelantado. Y este tema lúgubre viene a colación dado que formo parte de un grupo de amigos, septuagenarios todos, que han alcanzado la expectativa de vida para los hombres en USA que calculada para el 2022 es de 73 años... O sea, que después de los 73 la vida es gratis, porque ya cumplida la meta de ahí en adelante cualquier cosa podría pasar.  

 

No todo pinta tan mal. Si llegamos a los 80 años en relativa buena forma tendríamos 10 veces más posibilidades de cumplir 90 años que cualquier otro grupo etario menor. Todos los miembros del whisky@5.00 (chat del grupo) sufrimos de alguno o varios de los consabidos achaques típicos de nuestra edad, apnea del sueño, hipertensión, hiperlipidemia, diabetes, degeneraciones osteoarticulares y etc. Un par superó el cáncer, otros tuvimos diferentes tropiezos quirúrgicos, 6 pasaron por mi quirófano (soy “cirujano retirado” por elección propia) entre uno y tres veces. Pero en general puedo decir que estamos bien.

 

Una vez escuché a un rabino decir que la gente que reserva con anticipación su puesto en el cementerio tenía una mayor expectativa de vida que los demás. No sé si eso es cierto o si estaba mercadeando terrenos de su congregación para tal fin. Tampoco sé si funciona igual para los que escriben sus epitafios por adelantado. Porque los epitafios son importantes, reveladores y reflejan lo que fue el finado en vida. ¿Generaste amores? ¿Dejaste más deudas que deudos? 

 

En lenguaje coloquial diría que sólo los “duros” se han atrevido a escribirlos antes de su muerte.  Algunos ejemplos: 

 

Moliere: “Aquí yace Moliere el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace muy bien”,

 

Groucho Marx: “Disculpen que no me levante”,

 

Unamuno: “Solo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo”,


Orson Welles: “No es que yo fuera superior. Es que los demás eran inferiores”,


Enrique Jardel Poncela: “Si queréis los mayores elogios, moríos”,


Winston Churchill: “Estoy listo para encontrarme con mi creador. Si mi creador está listo para encontrarse conmigo es otra cosa” …


Un gran líder de la comunidad judía de Caracas, en vida sobreviviente del Holocausto, dejó un epitafio aleccionador, que él mismo escribió. Está enterrado aquí en el cementerio de nuestro vecindario, su lápida no pasa desapercibida y reza, 


“Rusia me salvó la vida, Israel me restauró la dignidad, Venezuela me devolvió la fe en el ser humano”.


¿Aparecerán lápidas con códigos QR para llegar a los highlights del difunto?


Un buen epitafio es una manera de trascender / no sé si escribiré el mío / a quien le toque espero que lo haga bien / que no sea soso / como la mayoría de los que me ha tocado ver… Y he aquí que sin querer / he comenzado el mío propio / para prevalecer...

 

“Esto no se puede decir, no se puede escribir, no se puede contar. Esto se vive; es todo” … Simone de Beauvoir

 

 

Alberto Salinas, Escribano 

 

En Miami, 10 de febrero del 2025

 

 

 

 

 

 

 

 


Comments

Popular posts from this blog

El Bachiller Rangel y la política de las pestes

Minicrónica mayamera de la cuarta edad, el “reto”…