Una foto, “la ayuda del padre”
Una foto, “la ayuda del padre” … La violencia se rinde ante el espíritu
Es vieja, en blanco y negro, y data del domingo 3 de junio de 1962, de hace 63 años. Una instantánea de una escena en movimiento. Es realista, hay caos, violencia, compasión y espiritualidad. Captura la condición humana en medio de un conflicto. El fotógrafo fue valiente, arriesgó su vida para tomarla.
Es un paisaje urbano, frente a una esquina conocida como “La Alcantarilla”, por la carnicería que lleva ese nombre como lo indica el cartel sobre su santamaría cerrada. Las rejas se reflejan sobre un charco de agua, tal vez por alguna tubería rota. Los reflejos son alargados así que hay luz, de un sol bajo, posiblemente del final de la tarde. En el centro, en el medio de la calle, se ve a un cura auxiliando a un soldado herido. El sacerdote lo sujeta por debajo de sus fuertes brazos tratando de levantarlo. El soldado, con su uniforme de combate que contrasta con la sotana negra, ha dejado su rifle de lado y, de rodillas, en una postura de dolor y sufrimiento, parece abrazarlo. Evoca empatía. ¿Buscaba la extremaunción en sus momentos finales? Probablemente. El padre mira hacia su izquierda, parece buscar francotiradores furtivos en medio de una pausa del combate. Aun así, su actitud es de compasión profunda. Hay un sentido de urgencia, no está rezando a un Dios en la distancia, está ofreciendo contacto físico, una asistencia directa, una respuesta humana.
“La ayuda del padre” (vean la foto) https://revistakm0.com/wp-content/uploads/2021/06/la-ayuda-del-padre.jpg
Los protagonistas y su contexto
El 2 de junio de 1962, en Puerto Cabello, las unidades de Infantería de Marina de la base naval “Agustín Armario” se alzaron en armas con la intención de derrocar al presidente Rómulo Betancourt. Tomaron por asalto todas las dependencias gubernamentales, civiles y militares, y la estación “Radio Puerto Cabello”, frecuencia 1290 AM. Emitían mensajes contra el gobierno, invitaban a la población a respaldar la “rebelión libertadora”. Liberaron a 80 presos miembros del partido comunista y del MIR quienes inmediatamente se unieron a la asonada. Al amanecer del siguiente día los sublevados controlaban toda la ciudad.
“Porque quien se introduzca en un cuartel en Venezuela no verá recibir con serpentinas ni confetis, sino con plomo” … Rómulo Betancourt (por esos días)
Ordenado por su presidente, el ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrés Pérez, movilizó a los cuatro componentes de las Fuerzas Armadas. A las seis de la mañana se iniciaron los bombardeos de la Fuerza Aérea. Tres horas más tarde, Puerto Cabello fue rodeada por el ejército y por la Guardia Nacional. Al mediodía, tres destructores de la Armada frente a la costa comenzaron a disparar cañonazos contra las instalaciones del batallón de Infantería de Marina, “General Rafael Urdaneta”. Los rebeldes recibían los ataques desde el aire y desde el mar. Estaban concentrados en una fortaleza colonial, el “Fortín Solano”, dotado de un par de poderosos cañones de 155 mm, que no pudieron utilizar porque la inteligencia militar les había quitado los percutores preventivamente después del alzamiento del mes anterior en Carúpano. Abandonaron el lugar. Y entraron 13 tanques a la ciudad, cada uno seguido por un pelotón de 30 hombres del batallón “Carabobo” …
Algunos periodistas se mezclaron entre los soldados que caminaban detrás de los blindados, para cubrir los eventos. Allí estaba “el Negro Rondón”, un fotógrafo de la fuente policial del diario “La República”. Llegaron al céntrico sector conocido como “La Alcantarilla”, y luego de que avanzaran los primeros 10 tanques, comenzaron los disparos. Habían caído en una emboscada. Por media hora hubo fuego cerrado, los insurrectos, escondidos, disparaban hasta granadas. El batallón “Carabobo” fue reducido. Los tanques se replegaron dejando atrás una estela de muertos. En ese momento, desafiando a las balas, apareció un cura por una acera revisando a los heridos. Había uno en el medio de la calle que levantó la cabeza. El cura fue a socorrerlo, trató de levantarlo, cargarlo, lo sostuvo en sus brazos, y Rondón, desde el umbral de una sastrería cercana, tomó la foto…
Rápidamente se supo que el padre era el Monseñor Luis María Padilla, párroco de Borburata y capellán de la base naval de Puerto Cabello. El soldado, Cabo Segundo Andrés de Jesús Quero, recibió la absolución y falleció minutos después.
Las fuerzas leales al gobierno lograron el control de la ciudad al final de la tarde, pero pasarían 3 días hasta que se rindiera el último de los alzados. El saldo final de esta insurrección llamada “El Porteñazo”, fue de 400 muertos y 700 heridos, ¡una catástrofe!
La fotografía “La ayuda del padre” de Héctor Rondón Lovera tuvo un gran impacto. Fue distribuida por Associated Press y publicada entre otras, en la primera plana de la revista “Life” en español. Al siguiente año le valió el reconocimiento mundial con el “World Press Photo” y el “Premio Pulitzer” formando parte de un exclusivo grupo de seis que han recibido ambos galardones.
A Rondón, que era original del estado Apure, le ofrecieron trabajo como corresponsal de “Reuters” y en el “New York Times”, y no los aceptó. Luego diría que ya estaba muy viejo para aprender a hablar inglés y que, además, quería tener siempre cerca un “guayoyo” y su arepa “reina pepeada” …
“La verdadera libertad es la libertad de la voluntad” … Arthur Schopenhauer
Algunos historiadores consideran al “Porteñazo” como una sublevación bélica, injusta e innecesaria, guiada por intereses políticos y personales. Pero, lo que sí parece claro es que en la Venezuela de aquel entonces se luchaba con fiereza por mantener los valores democráticos…
Alberto Salinas, escritor (y cirujano retirado)
En Miami, 28 de junio del 2025
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