El caso de Ann Cooper Hewitt
El caso “curioso” de Ann Cooper Hewitt
El intento de mejorar la raza humana viene desde los tiempos de Platón, quien pedía a los mejores ciudadanos que tuvieran hijos entre ellos. Y qué decir de los espartanos que lanzaban por un barranco a los niños “débiles” no aptos para la guerra. Esa idea se convirtió en una pseudo ciencia liderada por un antropólogo de Inglaterra, primo de Charles Darwin, en 1883. Este primo, Francis Galton, acuñó el término de “eugenesia” (buen nacimiento) y lo convirtió en un movimiento que pretendía mejorar la raza humana, pero en la práctica lo que hacía era preservar el dominio de grupos sociales y étnicos sobre “gentes indeseables”.
La eugenesia originalmente sostenía que ciertos rasgos físicos, mentales y “morales” eran heredados y que la sociedad se podía mejorar genéticamente controlando quién podía tener hijos y quién no. Se hizo muy popular en Estados Unidos a principios del siglo XX. Promovía esterilizaciones forzadas y prohibiciones de matrimonios mixtos interraciales, entre algunas perlas. Luego, esta “idea” llegó a la celda de Adolf Hitler en 1923, en el Castillo de Landsberg, durante los nueve meses que estuvo preso escribiendo “Mein Kampf”, en donde definió, entre otras cosas, la superioridad de la raza aria. Y ya sabemos lo que pasó después…
“Soy una rica heredera esterilizada,
Burla de gente despistada.
Linda y con plata,
Pero bien desgraciada.
¡Mi madre se fue con mi trompa arrancada!”… Gene Fowler, periodista y humorista. The New York Daily Mirror, 1936
El 13 de agosto de 1934, Ann Cooper Hewitt tenía 20 años. Era hija única y heredera del millonario Peter Cooper, fallecido 14 años antes. Esa noche, mientras cenaba con su madre Maryon en el hotel Coronado Beach Side Resort en San Diego, California, sufrió un fuerte dolor abdominal. Al día siguiente regresaron a su casa en San Francisco para que la atendiera su médico de cabecera, el doctor Tilton Tillman. Antes de examinarla físicamente, lo primero que hizo fue referirla a un psicólogo para que le realizara… ¿una prueba de inteligencia? ¿En medio de un severo dolor abdominal?
Fue diagnosticada como “feebleminded”, en español como “débil o retardado mental”, algo así como “discapacidad intelectual” o “retraso cognitivo”. Un saco amplio que podía abarcar, sobre todo en aquella época, tantas cosas como, una adolescente con severas “tendencias eróticas” por estar encaprichada con el chofer hasta, según la madre, querer fugarse con un “negro” empleado de la familia. Todo sirvió para declararla incapacitada para una “maternidad responsable”, etiquetas que fueron agregadas al informe original. 
Cuatro días después fue evaluada por el doctor Samuel Boyd, un cirujano que, con la presunción diagnóstica de una apendicitis aguda, la llevó al quirófano…
El útero es un órgano femenino, muscular, hueco, de forma y tamaño similar al puño de una mujer. Está ubicado en la pelvis, la parte más baja del tronco, entre el abdomen y los muslos. Por dentro se comunica hacia arriba a través de las trompas de Falopio, que son dos conductos tubulares delgados, con los ovarios ubicados a cada lado. Los óvulos maduros producidos mensualmente se fecundan en los ovarios recorren las trompas hasta llegar a la cavidad uterina donde se implantan para la gestación.
La extracción o resección de las trompas se conoce como “salpingectomía” y es una forma muy eficaz de esterilización quirúrgica en una mujer. Y eso fue exactamente lo que le hizo el doctor Boyd a Ann Cooper el 18 de agosto de 1934, a solicitud de su madre cuando ella, aunque con 20 años, era todavía técnicamente, una menor de edad… ¡sin su conocimiento ni su consentimiento! También le sacó el apéndice por supuesto, descrito macroscópicamente como “gangrenoso”. Ah, y cobró 9 mil dólares de honorarios, una cifra exorbitante para esos años (y aún para el día de hoy).
La “apendicectomía de Mississippi”
A la esterilización forzada, sin consentimiento, de mujeres afroamericanas, sobretodo en las de más escasos recursos, especialmente en el estado de Mississippi, asociada a la resección del apéndice , la llamaban “apendicectomía de Mississippi”. Y eso fue precisamente lo que le hicieron a Ann Cooper. Solo que ella era una mujer blanca, prominente, y heredera de una gran fortuna…
Durante su hospitalización, Ann escuchó a una enfermera referirse a ella como “la paciente idiota”, lo que despertó su sospecha sobre su supuesta condición de “enferma mental”. Pocos meses después, al cumplir los 21 años y alcanzar la mayoría de edad, solicitó revisar su historia clínica. Descubrió lo que le habían hecho y demandó civilmente a su mamá por medio millón de dólares y acusó de “mala praxis” a los médicos que la trataron. El evento se convirtió en un escándalo nacional, aderezado con el morbo y el asombro de la prensa de la época…
Maryon Andrews, madre de Ann, era una supuesta belleza típica del sur de Virginia que se jactaba de ser una aristócrata aunque en realidad era hija de un cochero de San Francisco. Quería ser rica y formar parte de la alta sociedad. A los 18 años se casó por primera vez con un médico miembro de una antigua familia millonaria de Nueva York. Se divorció 7 años después y tuvo 2 hijos. Tuvo un segundo matrimonio fallido con un corredor de bolsa y luego contrajo matrimonio con Peter Cooper, inventor de la lámpara de mercurio, nieto del creador de la gelatina Jell-O, millonario por supuesto, de quien enviudó en 1921, y era el padre de Ann Cooper Hewitt. Maryon se casaría dos veces más, una con un barón francés al que dejó lleno de deudas en París, y la última, con un abogado de New Jersey de quien también se divorció.
Al momento de fallecer Peter, Ann tenía 6 años. En su testamento, Cooper estipuló que su fortuna se dividiera en dos tercios para Ann y sus futuros hijos y un tercio para Maryon, la viuda. Pero si Ann moría sin descendencia, los dos tercios de la herencia destinados a ella revertirían a su madre. Según el reclamo judicial, esa fue la razón por la que Maryon, ante la inminente cirugía, le pidiera al cirujano un extra, una “ñapa” (en venezolano), que al sacar el apéndice, también le resecara las trompas de Falopio. Podía hacerlo legalmente gracias a las leyes “eugenésicas” vigentes en California. Ann aún era menor de edad (aunque le faltaran meses para cumplir 21 años) y tenía una supuesta “discapacidad mental”. Después de la cirugía, Maryon Andrews terminó quedándose con la herencia de su hija…
Durante los preparativos de la demanda judicial Ann fue evaluada nuevamente por el doctor Lawrence Collins, médico residente senior en un hospital psiquiátrico, esta vez en New Jersey. En una declaración jurada afirmó que ella “estaba correctamente orientada en todos los aspectos sin alteraciones en su capacidad de pensamiento con buen dominio de su pasado reciente y remoto”.  Añadió además, que “era capaz de escribir fluidamente en francés y conversar en italiano, y que había leído libros sobre Shakespeare, Napoleón Bonaparte, María Antonieta, el Rey Lear (que no sé quién es), el Infierno de Dante y las obras de Charles Dickens”… ¡Qué tal!
El juicio nunca llegó a celebrarse. Los médicos involucrados no infringieron ninguna ley. Maryon cayó en una depresión severa e intentó suicidarse por lo que fue hospitalizada. Ann perdonó a su madre y aceptó un acuerdo extrajudicial por 150 mil dólares…
Maryon Andrews falleció tres años después por un accidente cerebrovascular hemorrágico. Tenía 55 años. Para entonces, Ann ya se había casado y divorciado por primera vez. Su historia no fue muy diferente a la de su mamá. Tuvo 6 matrimonios en total y murió a los 40 años por causas que no se dieron a conocer. Nunca pudo recuperar su herencia…
Consecuencias
El caso de Ann Cooper Hewitt fue cubierto ampliamente por la prensa nacional. Generó un debate sobre la ética de la eugenesia, que ponía en duda el derecho de las personas consideradas “no aptas”, para reproducirse. Demostró el abuso de las leyes eugenésicas y cómo se podían aplicar no solo por “razones médicas” sino también por motivos personales, económicos y familiares. Dio inicio al declive de esta popular pseudo ciencia, perdiendo su legitimidad moral y social en USA.
Para finales de los 30, más de 30 mil mujeres fueron esterilizadas en USA, Ann Cooper entre ellas. Las leyes de esterilización forzada comenzaron a perder vigencia en la década de los 60 y 70. Sin embargo, en 31 estados + Washington DC, todavía al día de hoy no han sido derogadas. Su aplicación sigue siendo válida bajo la autorización de un juez en personas con discapacidad intelectual, con limitaciones cognitivas severas, bajo tutela legal, incluyendo a menores de edad. Algunos estados como Virginia, Carolina del Norte y California, han reconocido oficialmente los abusos cometidos en el pasado y han aprobado compensaciones económicas a algunas de las víctimas.
La historia de Ann también puso en evidencia la arbitrariedad del diagnóstico de “feeblemindedness” o “debilidad mental”, un concepto vago, estigmatizante, cargado de prejuicios, utilizado en este caso como excusa para una esterilización forzada. El movimiento eugenésico se apropió de este término para justificar políticas coercitivas. Funcionó como una etiqueta aplicada a personas indeseables por razones de clase, género y raza.
Alberto Salinas, escritor (y cirujano en libre retiro)
En Miami, el 23 de agosto del 2025
Continuará…
Comments
Post a Comment