La eugenesia y los judíos “feebleminded”

 La eugenesia y los judíos “feebleminded”

Por A Salinas 

 

Atraídos por la libertad y la igualdad de oportunidades, escapando de la pobreza y la opresión en sus países de origen, a partir de 1890 cientos de miles de inmigrantes, hasta un millón al año, abarrotaron los puertos de entrada a USA. La Primera Guerra Mundial los frenó pero con la firma del armisticio la inmigración se reanudó con entusiasmo. En 1920 llegaban a Ellis Island 75 mil cada mes. El movimiento de la eugenesia (buen nacimiento) estaba en auge. Y se puso en marcha. Había que preservar la sociedad tradicional, “the Nordic Race”, que era blanca, anglosajona y protestante…

 

Los americanos tenían el temor de no tener suficientes hijos y que los pocos que nacieran se diluyeran entre miles de inmigrantes indeseables. Al principio venían del oeste y del norte de Europa, de las islas británicas, Francia y Alemania, pero repentinamente aparecieron oleadas de inmigrantes del sur y del este de Europa, campesinos, católicos y judíos…

 

Charles “Benedictus” Davenport (1866–1944) fue un biólogo y zoólogo estadounidense, egresado de Harvard, muy interesado en la evolución de las especies. Durante un viaje a Europa en 1902, visitó en Londres al primo de Charles Darwin, Sir Francis Galton, el creador del movimiento eugenésico. Galton, además de antropólogo, era matemático y pionero en el desarrollo de la estadística como ciencia. Entre sus múltiples aportes, estableció los parámetros para la clasificación de las huellas dactilares de cada individuo. Cuantificaba “todo” en el ser humano, incluida la inteligencia. Él Introdujo los primeros cuestionarios para medirla. Lo consideran el padre de la psicometría.


Davenport abrazó con entusiasmo las ideas de Galton y las llevó a Estados Unidos. Con el patrocinio del Carnegie Foundation fundó su laboratorio de Long Island en donde después de múltiples investigaciones y cruces entre especies vegetales y animales confirmó la validez de las leyes del monje austríaco Gregorio Mendel y su aplicación en beneficio de  la ganadería y la agricultura. Y también en la genética humana, aunque no una manera tan simple. Habían rasgos que se heredaban…

 

¿Qué tal si la pobreza y la criminalidad se transmitieran por los genes? Y si eso se pudiera cambiar impidiendo que los rasgos indeseables pasarán de padres a hijos, ¿no viviríamos en un mundo mejor? 

 

En 1910, Davenport cambió su línea de investigación y fundó el “Eugenics Récord Office” dedicado a recolectar datos genealógicos de forma arbitraria, sin ninguna base ni metodología científica, de miles de personas, incluyendo información proveniente de instituciones educativas, cárceles y hospitales, para poder identificar los caracteres “deseables e indeseables” y, así, mejorar la raza. Catalogó y codificó un amplio espectro de supuestas “características humanas” en su manual oficial “The Trait Book”, que incluía desde rasgos físicos hasta atributos mentales y “morales” como la criminalidad, la “inmoralidad sexual”, y la “debilidad mental” (feeblemindedness) entre otros. La mayoría de esos “traits” calificados como hereditarios eran en la realidad problemas sociales, no biológicos. 

 

Henry H. Goddard, psicólogo de New Jersey y director de una colonia para personas “feebleminded”, además de seguidor seguidor militante de Davenport, tradujo, adaptó y popularizó en 1906, la escala francesa de inteligencia de Binet-Simon. Introdujo el concepto de “edad mental” y, sobre esa base, creó una clasificación: “idiota” para los equivalentes a un menor de 3 años, “imbécil” para los de entre 3 y 7 años, y “morón” para los de entre 8 y 12 años. Este test lo utilizaron en todos los reclutas estadounidenses durante la primera guerra mundial y sus resultados fueron alarmantes, ¡el 50 % calificó como “morons”! ¡Jah! ¿De verdad?

 

Ese mismo test, fuertemente sesgado por la barrera del idioma, la educación previa y el contexto cultural, fue el que se utilizó en los 75 mil migrantes que llegaban mensualmente a Ellis Island…

 

Davenport ganó notoriedad en Estados Unidos al defender abiertamente políticas de esterilización forzada y restricciones migratorias. Se convirtió en uno de los precursores del racismo científico moderno. Sus teorías dieron base a un informe preliminar del senador William Dillingham en 1911 para un proyecto de ley en el Congreso en el que los judíos de Europa del Este, gracias a los resultados de los test de Goddard, fueron descritos como “menos educables” y “mentalmente débiles” (feebleminded, feebleminded…). Ah, y a los italianos los consideraron “propensos a cometer crímenes violentos”…

 

“No busques que los acontecimientos sucedan como deseas; desea que los acontecimientos que suceden sean como son, y tu vida será más tranquila”… Epicteto (deja quieto lo que está quieto, dicen en Venezuela)

 

Entre 1890 y 1930 llegaron a Estados Unidos 27 millones de inmigrantes, y el 40 % de ellos ingresó a través de Ellis Island. Los barcos, al arribar, cruzaban la Bahía de New York pasando al lado de la Estatua de la Libertad en Liberty Island. Luego de los trámites migratorios, los recién llegados tomaban ferris hasta Battery Park en el extremo sur de Manhattan inundando la ciudad. Me imagino a la Nueva York del año 1920, mugrienta, insalubre, abarrotada de extranjeros hacinados, de todas partes del mundo. Por ahí, en ese entonces, muy cerca del sitio de entrada, en Wall Street, tenía la oficina un próspero e influyente abogado llamado Madison Grant, que cada vez que entraba y salía se veía rodeado por esa masa, muy desagradable para él, de campesinos pobres que ni siquiera hablaban inglés…

 

Madison Grant (1865-1937) era hijo de un cirujano héroe de la guerra civil y tuvo algún antepasado que firmó la Declaración de Independencia. Además de abogado era antropólogo, creyente de la eugenesia y preocupado por la “extinción de las especies”. Conservacionista y amigo de Theodor Roosevelt, apoyó su política de conservación y rescate de los parques nacionales. Quería proteger a la flora y la fauna “mientras su raza desaparecía”. No estaba demasiado preocupado por las mezclas interraciales y menos con los negros porque ya estaban segregados legalmente. Los blancos eran el problema, los mediterráneos pobres, católicos y judíos, que se podían mezclar más fácilmente con la raza “nórdica”, que eran altos, rubios y de ojos azules. “O válgame Dios, con algún negro, chino o asiático” decía. “Los ideales altruistas y el sentimentalismo nos han convertido en un asilo para los oprimidos del mundo”. “Esta generación debe repudiar la creencia de nuestros fundadores de no reconocer ninguna distinción entre razas, credo o color, o será el fin de América”. “Hay que preservar la raza nórdica” repetía…

 

Grant publicó en 1916 un libro tristemente célebre, “The Passing of the Great Race” (El fin de la Gran Raza -16 mil copias-) que se convirtió en el más influyente tratado sobre el racismo científico en Norteamérica. Fue traducido a varios idiomas, incluido el alemán en 1925, cuando llegó a manos de Adolf Hitler. En 1933, al tomar los nazis el poder, publicaron una nueva edición. Hitler llegó a escribirle a Grant, “este libro es mi biblia”…

 

En 1920 el 40 % de los extranjeros en los Estados Unidos provenía del sur y del este de Europa. Entre 1890 y 1924 entraron más de dos millones de judíos, lo que generó rechazo en la población local y en los eugenistas. Madison Grant sostenía que los judíos eran intelectualmente inferiores, ajenos a la cultura norteamericana, degenerados sociales y destructores de la civilización. También admitía que algunos podían ser inteligentes, pero con una “inteligencia perversa”, capaz de explotar el capitalismo y subvertir la cultura nórdica. Había que justificar la paradoja presente en algunas corrientes antisemitas de la época.

 

Ese mismo año de 1920 comenzó a circular una serie de escritos del fundador de Ford Motor Company, Henry Ford,  luego recopilados en un libro, “El judío internacional: el primer problema del mundo”. basado en teorías conspirativas en donde acusaban a los judíos de controlar la banca, la prensa, el comercio internacional y de aspirar a dominar el mundo. Y pregunto ¿cómo unos “morons” con una inteligencia inferior podían hacer todo eso? Algo de talento se necesitaba ¿no?

 

Los nazis consideraban a los judíos como una raza inferior con una cultura “degenerada” y un intelecto “manipulador”, subhumanos “astutos”, con una inteligencia “corruptora”, nada más…

 

“Sin derecho a tener derechos el individuo queda en la desnudez absoluta”… Hannah Arendt

 

Hacia 1920, los sindicatos de trabajadores sociales y los conservacionistas clamaban por frenar la inmigración en los Estados Unidos. Perdían el juego demográfico. Había urgencia en el movimiento eugenésico. Davenport junto con Grant se dieron a la tarea de convencer al gobierno de reducir la llegada de extranjeros. En plena la “ley seca”, y con bastante güisqui de por medio, influyeron sobre el Comité de Inmigración y Naturalización del Congreso. El resultado fue la aprobación de una ley temporal de cuotas de emergencia en 1921, que se convirtió en permanente cuando el presidente Calvin Coolidge la firmó en 1924. La inmigración se redujo de inmediato en un 97 %. Aunque la palabra “judíos” no estaba explícitamente mencionada en el texto, en la práctica la ley los golpeó de manera desproporcionada, condenando a los que permanecían en Europa a la creciente amenaza del nazismo…

 

Entre 1933 y 1945, el secretario de Estado Breckinridge Long, junto con otros diplomáticos de alto rango, todos abiertamente antisemitas, ante el temor de una “invasión” de refugiados judíos, impuso en los consulados requisitos financieros y documentos imposibles de obtener desde los territorios ocupados. Así, que además de reducir la inmigración a pequeñas cuotas, el 90 % de las plazas disponibles tampoco fueron otorgadas, especialmente para alemanes y austríacos en donde había millones de judíos perseguidos. Algunos historiadores calculan que varios cientos de miles pudieron haberse salvado si al menos se hubieran llenado las cuotas permitidas.

 

El sistema de cuotas se flexibilizó en 1948, lo que permitió la entrada de algunos sobrevivientes del Holocausto, aunque las preferencias favorecían a europeos no judíos. En 1952 se eliminó la exclusión por motivos raciales y, finalmente en 1965 se abolieron las cuotas basadas en el origen nacional, dando paso a una inmigración más diversa, incluidos judíos de la URSS y de otros países.

 

El racismo científico y la eugenesia nazi

 

“La ideología racista, con sus pretensiones de ciencia, ofreció a los criminales nazis un lenguaje que convertía el asesinato en un acto de higiene social”… Hannah Arendt

 

El racismo científico nació en el siglo XVII, con la pretensión de justificar la desigualdad de los seres humanos apelando a la biología, antropología, medicina y psicología. Sus seguidores medían todo, cráneos, rostros, cerebros y por supuesto la inteligencia también. Con esos datos hacían un “ranking” de razas. Los nazis llevaron estas teorías a la práctica política en el siglo XX.

 

Inspirados en las leyes eugenésicas de Davenport y Grant, los nazis al llegar al poder en 1933 decretaron la esterilización forzada en 9 condiciones “hereditarias”, ciegos, sordos, malformaciones físicas, epilépticos, esquizofrénicos y siempre en los “feebleminded”. Esterilizaron 25 veces más personas que en USA. Luego pasaron de la esterilización al exterminio ¡para vergüenza de los científicos eugenistas norteamericanos!

 

Los médicos y psiquiatras se convirtieron en verdugos durante el Tercer Reich. Casi todos los hospitales psiquiátricos recibieron cuestionarios desde Berlín pidiendo información sobre sus pacientes. Comenzaron con niños discapacitados (malformaciones congénitas, síndrome de Down, microcefalia, parálisis cerebral y etc.), asesinándolos con inyecciones de morfina y escopolamina. Avanzaron hacia los adultos con el plan Aktion T4, autorizado y firmado por el propio Adolf Hitler el 1 de septiembre de 1939, el mismo día en que comenzó la Segunda Guerra Mundial.

 

Un “tribunal” de médicos anónimos, basándose en los formularios, seleccionaba a los pacientes que debían morir. Los enviaban a 6 centros psiquiátricos especiales en Alemania, equipados con cámaras de monóxido de carbono para una muerte “piadosa”. Entre 1940 y 1941, alrededor 75 mil personas fueron asesinadas de manera expedita y fue el ensayo de lo que vendría después, la “solución final” contra los judíos en los campos de concentración utilizando otro gas, el Zyklon B (cianuro), un poco más “sofisticado” por la rapidez de su efecto letal.

 

El programa Aktion T4 se extendió a hospitales psiquiátricos en Austria, Polonia, Bohemia y Moravia. Bajo ese plan, cerca de 300 mil personas fueron asesinadas entre septiembre de 1939 y el final de la guerra en 1945.

 

¿Hay un epílogo? 

 

“El racismo en su forma más moderna apareció cuando se pretendió aplicar categorías biológicas a los asuntos políticos, tratando a los pueblos como razas y a las razas como a especies animales”… Hannah Arendt

 

Las leyes eugenésicas se fueron desmontando progresivamente en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos historiadores demostraron cómo aquellos supuestos “datos científicos” habían sido manipulados para respaldar jerarquías raciales. El famoso caso de Ann Cooper Hewitt impactó a la opinión pública nacional. La Fundación Carnegie cerró los centros de Charles Davenport por considerar toda su investigación como “ridícula”y sin bases científicas. 

 

La conmoción del Holocausto, donde la barbarie nazi intentó justificar crímenes atroces en nombre de la eugenesia, selló su descrédito definitivo. Los juicios de Nuremberg condenaron de manera explícita a las llamadas “ciencias raciales” como instrumentos de opresión y exterminio…

 

Gracias al descubrimiento del ADN en 1953, se pudo demostrar que las diferencias genéticas entre las distintas razas humanas son mínimas, mucho menores que las variaciones individuales dentro de cada grupo. Hoy también sabemos que la inteligencia no se hereda de manera simple. Intervienen múltiples genes y está muy influida por factores culturales, socioeconómicos y educativos.

 

A partir de la década de 1970 comenzaron a imponerse principios bioéticos en la medicina y la política pública. La “esterilización forzada”, los “test raciales” y los “criterios de pureza” fueron reconocidos como violaciones de derechos humanos, condenados explícitamente por la ONU y por la Organización Mundial de la Salud.

 

Datos curiosos 

 

W. E. B Du Bois (1868-1963) nació en Great Barrington, Massachusetts y fue un intelectual afroamericano muy influyente. Sociólogo, activista político y Doctor en Historia por la Universidad de Harvard, y, a pesar de ser “negro”, ¡creía en la eugenesia! En 1903 escribió un ensayo, “The Talented Tenth” en el que afirmaba, “De la masa de nuestros pueblos debe surgir el 10 % mejor preparado y a ellos les corresponde el deber de elevar y guiar a la raza”. Para él, los problemas de la comunidad negra no eran hereditarios sino consecuencia de la esclavitud y del racismo cultural. Su intención no era “blanquear” a los negros sino fortalecerlos desde adentro. ¿Una eugenesia positiva? Paradójico…

 

En los juicios de Nuremberg, los abogados defensores de Karl Brandt, médico personal de Hitler y jefe del programa “eutanásico” Aktion T4, presentaron como prueba tres páginas del libro “The Passing of the Great Race” de Madison Grant, para justificar sus políticas de “higiene social”, y para demostrar que no eran ideas exclusivas de la Alemania Nazi. ¡Qué tal!

 

Líderes judíos junto con la ADL, demandaron a Henry Ford por difamación en 1927. Pidió disculpas públicamente pero nadie le creyó. Sus textos siguieron circulando y todavía hoy se encuentran en algunos medios antisemitas.

 

El buque trasatlántico “St Louis”, con 937 refugiados judíos procedentes de Hamburgo, atracó en la bahía de La Habana en mayo de 1939. El presidente de Cuba, Federico Laredo Bru, anuló los permisos de desembarco y, después de dos semanas de incertidumbre, fueron devueltos en el mismo barco a Europa. En su viaje de regreso intentaron bajarse en los Estados Unidos y también fueron rechazados. Finalmente llegaron a Amberes y la mitad de ellos fueron exterminados en los campos de concentración nazi…

 

En 1944, bajo la presión de activistas, se creó en Estados Unidos la “War Refugee Board”, dedicada al rescate de refugiados. Para entonces, la mayoría de las víctimas del Holocausto ya habían sido asesinadas. Un poco tarde…

 

¿Qué nos viene?

 

En 1926, Herman Muller, un genetista de Texas, irradió moscas y las hizo mutar. Paul Berg, un bioquímico de la Universidad de Stanford creó un ADN híbrido en bacterias en 1971, la primera edición genética en un laboratorio. Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna ganaron el Premio Nobel de Química en el 2020 por diseñar el CRISPR-Cas9, una suerte de tijera molecular que corta y además pega genes en cualquier ADN. ¡Hicieron factible la edición genética humana! De ser así, “la herencia no será una prerrogativa de un Dios inalcanzable haciendo travesuras con nosotros”…

 

La idea de controlar la evolución humana a través de la herencia es compleja, impredecible y peligrosa. Pasa por las preguntas de rigor, ¿quién decide cuáles son los rasgos buenos y cuáles los malos?, ¿las élites de turno?, ¿los Davenport, Grant, Hitler o Elon Musk? Por cierto, Elon Musk practica una suerte de eugenesia “artesanal”. Escoge a “realazos” mujeres talentosas para que sean las madres de sus hijos.

 

Al final no es la herencia la responsable de los problemas de una sociedad, sino la sociedad misma, que es quien los genera. Y menos aún debería estar la respuesta en decidir quién tiene derecho a existir, a reproducirse, o qué vidas merecen ser vividas…


Epílogo personal 


Durante mi tercer año de bachillerato, antes de decidir si continuar por Ciencias o Humanidades, nos hicieron en nuestro colegio, un test psicológico para orientar e identificar nuestras debilidades y fortalezas académicas (WISE). Durante la entrevista personal para la entrega de los resultados, la psicóloga, muy amablemente, me recomendó que desistiera de mi de deseo de estudiar medicina y que pensara en la carrera de “Trabajo social”…


Después de tomar un examen de admisión, logré entrar sin problemas en la Facultad, entre los primeros 100 de cerca de 4 mil aspirantes. Las notas al final me colocaron en la posición número 10 de mi promoción de médicos, de una clase de alrededor de 100 estudiantes. Tuve una vida profesional satisfactoria y “algo intensa”, que se dibuja en mi libro “La noble profesión”.


De haber estado a principios del siglo XX en Alemania o USA me hubieran podido hacer cuando menos una “vasectomía forzada”…


Menos mal que nací en la Venezuela de 1951. Tuve tres hijos, todos muy productivos y, por ahora, cinco nietos maravillosos…


 

 

Alberto Salinas, escritor (y cirujano en libre retiro)

En Miami, el 23 de agosto del 2025

 


Paulina Gamus fue una mujer verdaderamente inteligente, culta, honesta, y comprometida con sus principios. Me hacía el honor de leer y comentar mis escritos. La voy a extrañar. Z”L…

 

 


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